La influenza es una enfermedad altamente contagiosa producida en forma aguda por un grupo de virus llamados conjuntamente influenza virus o virus de la influenza, los cuales se clasifican como influenza virus tipo A, tipo B o tipo C.
Estos virus son transmitidos por una persona infectada a otras personas no infectadas por vía aérea, al respirar accidentalmente partículas de saliva o moco que la persona infectada expulsó al toser o estornudar, o al tener contacto con un objeto expuesto a saliva o moco infectado.
Los virus de influenza se caracterizan por poseer la capacidad de infectar las vías respiratorias superiores (nariz, senos paranasales, faringe y laringe) e inferiores (tráquea, bronquios y pulmones) y las conjuntivas de los ojos, pudiendo provocar rinitis, sinusitis, faringitis, laringitis, bronquitis, neumonía y conjuntivitis viral. En general, los síntomas de la enfermedad se presentan 1 o 2 días luego de haber sido infectado e incluyen:
Estos virus surgen en forma estacional (o sea aumentan su frecuencia en ciertas estaciones del año) durante la temporada de invierno, en los últimos y primeros meses del año en el hemisferio norte del planeta. A pesar de que las manifestaciones de influenza aparenten ser similares a los del resfriado común, estas condiciones se diferencian por la severidad mucho mayor de los síntomas de influenza, la mayor capacidad de contagio de los virus de influenza y el mayor riesgo que la influenza representa para desarrollar complicaciones potencialmente mortales como neumonía y derrame pleural. En influenza, así mismo, hay un mayor riesgo que en un resfriado común que los sitios infectados por el virus se infecten por bacterias y se presenten en forma aún más severa y pueda ocurrir una infección sistémica (del cuerpo en general).
A pesar de que en adultos sanos la influenza es raramente mortal, en niños, personas mayores de 65 años, personas cuyo sistema inmune no funciona adecuadamente (como personas con VIH, leucemia, linfomas y diabetes mellitus) y pacientes debilitados por enfermedades crónicas existe un mayor riesgo de complicaciones severas y muerte por la enfermedad. El contagio con virus de la influenza puede ser prevenido por vacunación anual y es de gran importancia tanto para evitar presentar síntomas como para proteger a las personas que se encuentran en un mayor riesgo de muerte o enfermedad grave por el virus. Las vacunas de influenza deben ser anuales debido a que estos virus poseen la capacidad de mutar y formar diferentes subclases (sepas) para aumentar su infectividad y evitar ser reconocidos por el sistema inmune. Las vacunas desarrolladas cada año se producen a partir de las sepas más comunes aisladas para ese año y son altamente efectivas. En algunos casos, la capacidad de mutar del virus ha originado sepas aún más infecciosas, como las sepas H1N1 (gripe porcina, causante de la epidemia de influenza en Latinoamérica de 2008 a 2013 y de la infame y mortal gripe española de 1918), H5N1 (gripe aviar), las cuales han resultado altamente mortales y han podido ser controladas únicamente mediante estrategias de vacunación masiva.
En caso el médico tenga sospechas de la existencia de influenza por los hallazgos que encontró en la entrevista y examen físico, solicitará alguna de ciertas pruebas para confirmar la presencia del virus. Estas pruebas pueden ser:
Estas pruebas, además de permitir confirmar un diagnóstico, permitirán al médico determinar cuál tratamiento es más apropiado para la persona infectada, para iniciar medidas para evitar el contagio del virus del paciente a otras personas y para reportar los casos del virus a las autoridades de salud pública de su país.
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