El glaucoma es una enfermedad del ojo que le roba la visión de manera gradual. Por lo general no presenta síntomas y puede resultar en la pérdida de la visión de manera repentina.
Es un grupo de afecciones oculares que pueden dañar al nervio óptico. Este nervio envía las imágenes que usted ve al cerebro. Con frecuencia, el daño al nervio óptico es causado por el aumento de la presión en el ojo. Esta se llama presión intraocular.
El glaucoma es muchas veces llamado el «ladrón silencioso de la vista», ya que, en la mayoría de los casos, no se presenta con dolor u otros síntomas hasta que se llega a un nivel perceptible de pérdida de visión permanente.
Por esta razón es que el glaucoma progresa de forma indetectable hasta que el daño al nervio óptico ya es irreversible, provocando pérdida permanente de visión en diferentes grados.
Durante los exámenes oculares rutinarios, se utiliza un tonómetro para tomar la presión intraocular, o PIO. Previamente al procedimiento, se colocarán gotas para adormecer el ojo, y entonces, con delicadeza, el especialista realizará la perimetria SITA 30-2, uno de los exámenes del protocolo de glaucoma. Además de este, también se debe realizar una paquimetria corneal que es un examen que mide el grosor de la córnea, se hace un OCT de nervio óptico, que sirve para cuantificar las fibras de las células ganglionares y se envían también fotos del fondo de ojo para llevar un registro de los cambios del nervio óptico.
El tratamiento puede incluir cirugía, láser o medicación, dependiendo de la gravedad del glaucoma. Habitualmente, para el control inicial del glaucoma se recurre a gotas para los ojos juntamente con medicación.