Según el diccionario de los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. Un derrame pleural puede definirse como una acumulación anormal del líquido entre las capas delgadas del tejido (pleura) que recubre el pulmón y la pared de la cavidad pectoral.
La pleura es altamente vascularizada y su líquido se renueva constantemente a un ritmo de 0,6 ml/h. Los microvasos sanguíneos y linfáticos que irrigan la pleura son responsables de traer y llevar el líquido pleural, siempre manteniendo un volumen constante dentro de la cavidad. Cuando hay una perturbación de este equilibrio, comienza a producirse una retención de líquidos en el espacio pleural y el derrame está formado.
Las personas que sufren un derrame pleural a veces no se dan cuenta de su padecimiento, esto se debe a que el derrame puede ser provocado por otros problemas de salud como neumonía, tuberculosis, embolia pulmonar, cánceres con metástasis para la pleura, entre otros.
El derrame pleural puede presentarse acompañado de los siguientes síntomas:
Con frecuencia, el derrame pleural requiere tratamiento en un hospital o una clínica. El tratamiento más frecuente es drenar el líquido pleural maligno. Esto puede hacerse de diferentes maneras, que se detallan a continuación:
Si logras identificar alguno de los padecimientos mencionados, lo mejor que puedes hacer es buscar ayuda médica y evitar de esta manera una insuficiencia cardiaca, ya que esta puede ser mortal.